viernes, 31 de marzo de 2017

TU GOLOSINA 

A quien no le gustaban los caramelos de niño. A quien no le fascinaba la idea de encontrar una bolsa llena de golosinas esperando encima de la cama al volver de la escuela. 
Ay, la infancia. ¡Qué tiempos de inocencia e ingenuidad! De no saber a veces lo que se estaba haciendo, pero estaba bien y punto, y eso era lo importante. Porque a medida que crecemos todo comienza a estar mal, no para nosotros, pero sí para los demás. Y en el afán de “portarnos bien”, de dar el gusto, dejamos de lado eso que traemos con nosotros mismos, eso que ya conocemos pero no sabemos a ciencia cierta que poseemos. Ese libre albedrío que tenemos y sabemos que está bien. Por eso, la vida es como un caramelo. No a todos les gustan tus decisiones o actos, porque no a todos les gustan los mismos caramelos que a ti. Y esos caramelos que para ti son horribles, para otros serán sus preferidos.
Y mientras para ti ese caramelo es bien dulce, para otros es muy amargo o viceversa. Pero eso es lo de menos. Porque mientras ese caramelo te guste a ti, no importa el resto de los caramelos. Esa es tu golosina. 





CERCA

Es tan lindo tenerte cerca,
tan cerca que no queden espacios,
sólo suspiros,
y sentimientos.
Es tan lindo sentir tu piel,
tibia por las mañanas,
hirviendo por las noches.
Es tan lindo tenerte cerca.
Poder abrazarte a mi antojo,
poder besarte con todo cariño,
y no sólo darte amor de pareja,
sino también de amigo,
de compañero de vida,
de aliado de equipo,
de dos.
Ser ambos escudos del otro,
y de nosotros mismos.
Es tan lindo tenerte cerca.
Quererte de mil formas,
y redescubrirte, a la vez
que me redescubro a mí misma.
Y es que me gusta tenerte cerca,
porque te quiero,
y nos quiero. 




Supongo que ya estoy de vuelta. Digamos que tuve un tiempo turbulento, un pequeño caos que estoy superando. Debía tomar una decisión, por mí, no por otros. Mi cuerpo y mi mente estaban gritando ya de tanto dolor, de tantas lágrimas que habían quedado en el fondo del tintero. Tuve que dejar atrás miles de cosas, muchas, demasiadas. Una parte importante de mi vida.
Pude haber obrado mal, siempre hay errores, fracasos, pero se aprende de todo todos los días, e incluso del simple hecho de vivir el día a día. Di el primer paso, el más importante, en el cual dejaba todo el miedo atrás. Miedo y cobardía debían transformarse en valentía y poder... en voluntad. Simplemente debía dejar ir. Cosas, personas, lugares... Y me fui. Porque lo necesitaba, porque lo exigía mi alma. Mi vida.
Porque la toxicidad y la manipulación deben llegar a un fin. Y yo se lo di. No de la mejor manera quizás, pero lo hice. Por mí, por otros que sé que lo necesitaban.
Pero primero que nada por mí. Por mi vida.

Joanna




IR

No fue capricho,
tampoco inconsciencia.
Lo pensé bien, demasiado en realidad.
La vida se iba,
a paso firme todo pasaba y desaparecÍa de mis manos.
No tenìa tiempo para mí,
ni para mis sentimientos.
El viento me conocía bien,
me hacía viajar
como una pluma de peso muerto.
Liviana, siempre ligera ante todo.
Esa flojera y liviandad
se reflejaba en mi cuerpo,
en mis ganas, en mi espíritu.
Ser, siempre ser.
El alma pedía a gritos ser
lo que no había podido.
Y más que nada,
era necesario gritar.
Soltar la rabia
de la forma màs sana posible.
Y nunca hay mejor manera
que hacerlo dando amor.
Porque todo lo que no pude dar es su momento,
es lo que ahora entrego
a quienes me reciben en sus brazos.
Todo lo que quise
ahora lo tengo a mano,
porque la simpleza
define mis palabras.
Y no tengo miedo de decirlo,
ni de sentirlo.
Mi felicidad empezó hace unos días,
mis esfuerzos y sacrificios
serán de ahora en más, en pos de lograr mis propios éxitos,
no los que quieren otros.
Hoy decido quererme,
amar todo, hasta mis miedos y muros caídos.
Hoy decido no tener miedo a caer,
porque mis alas ya están creciendo,
porque así yo lo quiero,
porque asÍ lo decreto ahora para mí.
Hoy decido vivir,
dejar ir, soltar...
Aunque duela
estoy dejando ir,
para empezar a vivir. 






ALTAZOR
A QUIEN QUIERA 

Puedes irte, apartarte, no te obligaré a que te quedes.
Puedes irte, olvidarme, hacer de cuenta que nada pasó, no te obligaré a que me recuerdes. Puedes irte con la frente en alto, puedes retroceder sobre tus pasos,
deshacer el camino que ya hiciste e hicimos.
Puedes irte, la puerta siempre estuvo abierta,
pero nunca pensé que te irías.
Nunca te dejé de lado, siempre quise saber de ti,
siempre respetando tus tiempos y razones.
Nunca te hice daño, ni lo haría, de ninguna forma, al contrario,
siempre quise darte lo mejor de mí, lo que más podía,
lo que me era permitido, sin querer molestarte.
Puedes irte, no hay impedimentos.
Sólo quiero que sepas que cuando quieras, puedes volver,
porque yo siempre estaré aquí.
Podré demorar unos minutos, podré no estar siempre atenta,
pero si decides llamarme voy a estar siempre aquí.
Porque hay algo que no olvidaré jamás,
y es que tú me diste alas para volar.
Mis brazos siempre estarán abiertos
para que juntos podamos volver a soñar. 




lunes, 6 de febrero de 2017

GRACIAS POR TU ABRAZO

Te diría que es como las serpientes cuando cambian la piel. Sólo que en mi caso no cambio la piel, sino que simplemente cae todo eso que me hizo daño en este tiempo que no estuviste. Cae pedazo tras pedazo esa muralla que fui creando con tal de protegerme.
Se derrumba el dolor y la ansiedad, me olvido de todo y de todos. Vuelvo a creer y a crecer, aunque sé que después volveré a caer, pero eso es lo de menos ahora, porque estás aquí limpiando mi cuerpo. Sé que me estás ayudando a renacer y eso no se paga con nada, porque no tengo palabras para agradecerte lo mucho que logras en mí.
Por ejemplo, con sólo abrazarme, hacer caer toda esa pared de miedos, romper ese escudo que inconscientemente voy construyendo día tras día, noche tras noche, mientras te extraño. Y me siento tan dichosa de poder calmar mis llantos entre tus brazos, es realmente el único lugar en el mundo donde puedo sentirme plenamente en paz.
Por eso, cada vez que me dejo envolver por tus abrazos, cada vez que tu corazón y el mío laten al unísono, tan cerca uno del otro, tanto que podría jurar que ellos también se abrazan, no me queda más que una palabra que puedo decirte miles de veces y nunca cansarme de repetir: gracias. Gracias inmensas por protegerme de mis propios muros, de mis sombras y monstruos.
Gracias y gracias por todo lo que fue, por lo que es y por lo que va a venir.